Oración de Pentecostés: derramará sus dones

Oración preparada para realizar el día de pentecostés o como vigilia de pentecostés la noche previa usando como temática los dones del Espíritu Santo. En nuestra web puedes encontrar otra oración (vigilia de la luz) para utilizar durante el día o en la vigilia de pentecostés.

Introducción

Se puede ambientar la sala o capilla donde se vaya a realizar la oración con un dibujo o mural con una llama representando el espíritu.

Podemos además poner carteles con cada uno de los dones del Espíritu Santo, ya que van a ser protagonistas de la oración.

Colocamos el Cirio Pascual encendido y algún otro símbolo que invite a la oración: biblia, cruz…

Al empezar la vigilia, el lugar de oración estará a media luz. En el altar  habrá siete cirios y el cirio pascual, los siete cirios representarán los siete dones del Espíritu Santo. A la entrada se repartirán candelas (cirios finos) a los participantes, y si se quiere, hojas con las oraciones y los cantos.

Ambientación

Al inicio, el animador de la oración puede realizar la siguiente ambientación:

Estamos reunidos para compartir la fuerza y presencia del Espíritu Santo. Todo lo que reflexionemos y preparemos tiene que estar impulsado por la fuerza del Espíritu.

En el día de Pentecostés todos se llenaron del Espíritu Santo que se posó sobre ellos y les dio fuerza para anunciar que Jesús estaba vivo y es el Señor.

El Señor Jesús nos aseguró que enviaría a su Santo Espíritu Defensor, para protegernos cuando Él no estuviera aquí con nosotros. Por eso, ahora que ya se ha cumplido el tiempo de las celebraciones pascuales, nos reunimos en oración, como hermanos que se aman, para pedirle que nos envíe su Espíritu Santo, y que nos haga ver cuál es nuestra misión en el mundo actual, tan necesitada de nuestra esperanza y de nuestra auténtica libertad cristiana.

Iniciemos esta oración de pentecostés, animados por la vida del Espíritu para que nos ayude a ser una comunidad viva y fraternal comprometida con el Evangelio.

Canto de entrada:

Ven, Espíritu de Dios

Ven Espíritu de Dios sobre mí,
me abro a tu presencia,
cambiarás mi corazón.

Toca mi debilidad, toma todo lo que soy.
Pongo mi vida en tus manos y mi fe.
Poco a poco llegarás a inundarme de tu luz.
Tu cambiarás mi pasado, cantaré.

Quiero ser signo de paz.
Quiero compartir mi ser.
Yo necesito tu fuerza, tu valor.
Quiero proclamarte a ti. Ser testigo de tu amor.
Entra y transforma mi vida. ¡Ven a mí!

Invocación al Espíritu

Espíritu Santo, mueve nuestros corazones para que en este tiempo de oración te descubramos en todas partes. Tesoro y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, llénanos de tus dones, purifícanos y sálvanos.

Lecturas para la oración de pentecostés

Vamos a escuchar tres lecturas de la Palabra de Dios. Se leen para todos y cada uno de nosotros. Escuchemos con atención. Nos disponemos para descubrir su voluntad, lo que nos dice a cada uno.

Lectura del profeta Isaías: Is 11, 1 – 9

El profeta Isaías nos relata el efecto del Espíritu en el corazón de los fieles cuando derrama sus dones.

Retoñará el tocón de Jesé, de su cepa brotará un vástago sobre el cual se posará el Espíritu del Señor: espíritu de sensatez e inteligencia, espíritu de valor y de prudencia, espíritu de conocimiento y respeto del Señor. 
Lo inspirará el respeto del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará con justicia a los desvalidos, sentenciará con rectitud a los oprimidos; ejecutará al violento con el cetro de su sentencia y con su aliento dará muerte al culpable. Se terciará como banda la justicia y se ceñirá como fajín la verdad. 
Entonces el lobo y el cordero irán juntos, y la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león engordarán juntos; un chiquillo los pastorea; la vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas, el león comerá paja como el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi Monte Santo, porque se llenará el país de conocimiento del Señor, como colman las aguas el mar.

Lectura de los Hechos de los Apóstoles Hch 2, 1 – 11

Leemos como el Espíritu entra en la vida de los apóstoles. Él les anima a dar testimonio de su fuerza proclamando ante todo pueblo, lengua y nación al resurrección del Señor.

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido, como de viento huracanado, que llenó toda la casa donde se alojaban. 

Aparecieron lenguas como de fuego, repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu les permitía expresarse. 

Residían entonces en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todos los países del mundo. Al oírse el ruido, se reunió una multitud, y estaban asombrados porque cada uno oía a los apóstoles hablando en su propio idioma. 

Fuera de sí por el asombro, comentaban: —¿No son todos los que hablan galileos? ¿Pues cómo los oímos cada uno en nuestra lengua nativa? 

Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea y Capadocia, Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y los distritos de Libia junto a Cirene, romanos residentes, judíos y prosélitos, cretenses y árabes: todos los oímos contar, en nuestras lenguas, las maravillas de Dios.

Lectura del evangelio de Juan: Jn 20, 19 – 23

Jesús resucitado se presenta a los apóstoles y les comunica su Espíritu. Acojamos estas palabras de Jesús para sentir la presencia viva de su Espíritu en nosotros.

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: —Paz con vosotros. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. Jesús repitió: —Paz con vosotros. Como el Padre me envió, así yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: —Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los mantengáis les quedan mantenidos.

Compartir

Dejamos un tiempo de silencio para interiorizar la lecturas. Después de ese tiempo, se invita a reflexionar ¿cómo actúa el Espíritu? ¿notamos su presencia? ¿lo vivimos en algún acontecimiento?

Se invita a poner en común brevemente la reflexión que ha suscitado en nuestros corazones.

Dinámica: entrega de símbolos

Para continuar, vamos a distribuir los símbolos que representan cada uno de los dones del Espíritu Santo entre todos los presentes. De esta forma tendremos siete grupos representando cada uno a un don del Espíritu: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Sabiduría

Como representación de la sabiduría se entrega un poco de sal, en un pequeño frasco o en la mano. Mientras se da se dice: vuestra sabiduría es como la sal de la tierra, que da sabor y evita corrupción.

Entendimiento

Como representación del entendimiento se entrega una vela encendida en el cirio pascual. Mientras se da se dice: sois luz encendida, para que con vuestro entendimiento podáis leer los signos de los tiempos.

Consejo

Como representación del consejo se entrega una cartulina con los consejos bíblicos: pobreza, castidad, obediencia, servicio, fraternidad, no violencia, alegría, caridad. Mientras se da se dice: recibid estos consejos y vividlos como frutos del Espíritu Santo.

Fortaleza

Como representación de la fortaleza se entrega una cruz. Mientras se da se dice: llevad la cruz de Cristo y cargad con ella con la fortaleza del Espíritu Santo.

Ciencia

Como representación de la ciencia se entrega un recipiente con agua. Mientras se da se dice: el Espíritu es fuente de agua viva, que con el don de la ciencia os purifiquéis de toda ignorancia.

Piedad

Como representación de la piedad se entrega un incensario con inciensos. Mientras se da se dice: que el Espíritu os de el don de piedad, para que no olvidéis la oración y vuestra oración suba a Dios como el incienso.

Temor de Dios

Como representación del temor de Dios se entrega una biblia. Mientras se da se dice: leed la Palabra, dejaos conducir por el Espíritu y no os apartéis de los caminos de Dios.

Peticiones

Cada uno de los siete grupos hace una petición relacionada con el símbolo entregado. Después de cada petición todos contestamos «Ven espíritu Santo y transfórmanos»

Sabiduría: Queremos ser sabiduría y sal de la tierra. Que nuestra sal de cristianos no se vuelva sosa, porque entonces no sirve para nada. Danos, Señor, el don de la sabiduría.

Entendimiento: Ilumina, Señor, nuestro corazón, para que sepamos descubrir tu voluntad y el camino de nuestra vocación. Queremos ser luz de los demás y llevar la luz del Evangelio a todo el mundo. Danos, Señor, el don del entendimiento.

Consejo: Te pedimos para que todos vivamos con fidelidad nuestra vocación, siguiendo los consejos evangélicos y siendo ejemplo tuyo en la sociedad de hoy. Danos, Señor, el don del consejo.

Fortaleza: Señor, estamos dispuestos a hacer tu voluntad, a tomar nuestra cruz y seguirte. Pero que tu Espíritu nos ayude en nuestras debilidades. Danos, Señor, el don de la fortaleza.

Ciencia: Que todos los que se dediquen a la enseñanza y a la investigación lo hagan buscando el verdadero progreso de toda la humanidad. Y que nosotros estemos también dispuestos a mostrar el amor de Dios que supera toda ciencia. Danos, Señor, el don de la ciencia.

Piedad: Espíritu Santo, maestro interior, enséñanos a orar. Ayúdanos a mantener siempre la vista hacia Dios a pesar de todas las distracciones. Danos, Señor, el don de la piedad.

Temor de Dios: Señor, ayúdanos a vivir una vida entregada al servicio de los demás. Danos, Señor, el don del temor de Dios.

Oración

Para continuar, rezamos todos juntos esta oración al Espíritu Santo escrita por San Simón en el año 1022:

Ven, luz verdadera.
Ven, misterio oculto.
Ven, tesoro sin nombre.
Ven, felicidad interminable.
Ven, luz sin ocaso.
Ven, esperanza de todos los que quieren salvarse.
Ven, tú que despiertas a los que duermen.
Ven, tú que eres poderoso, y haces, y rehaces,
y transformas todo con tu voluntad.
Ven, tú que eres invisible.
Ven, tú que permaneces sin cambiar jamás
y a cada instante te mueves por completo
y vienes a nosotros que yacemos en los infiernos,
tú, que estás más allá de todos los cielos.
Ven, mi aliento y me vida.
Ven, consolación de mi pobre alma.
Ven, mi alegría, mi gloria sin fin. Amén.

Concluimos con María la oración de pentecostés

Para terminar, el animador invita a terminar el tiempo de oración recordando a María.

Por último, recordamos en nuestra oración a María. Porque ella es la llena de Espíritu y ha recibido todos sus dones. Ella es maestra de receptividad y acogida. Ella se une a nuestra oración como lo hizo con los apóstoles en la espera de pentecostés. Con todo esto le cantamos para que nos guíe en el camino de la vida.

Canto a María y después rezamos un Ave María.

Fuente: Cuaderno Litúrgico Pascua 1999. Carmelitas Descalzos. Pastoral de Espiritualidad.