Oraciones al Espíritu Santo

Presentamos una serie de oraciones dedicadas al Espíritu Santo con el propósito de facilitar las oraciones de grupo o la oración personal, además de darle a conocer.

Sin el Espíritu o con el Espíritu

Son muchas las oraciones al Espíritu Santo que presentan por una parte el mundo sin la acción del espíritu, y por otra la acción del mismo. Como ejemplo de esto tenemos este texto que puede ser adaptado a diversas circunstancias.

Sin el Espíritu

Dios es una idea – ¡qué frío! -.
Cristo es un superstar – ¡qué pequeño! -,
la Iglesia, una gran estructura – ¡qué miedo! -,
el Evangelio, un relato primitivo – ¡qué pena! -,
la liturgia se convierte en rúbrica – ¡qué rutina! -,
la oración en fórmula interesada – ¡qué vacío! -,
los sacramentos en fiesta de sociedad – ¡qué profanación! -,
la predicación en lección aprendida – ¡qué aburrimiento! -,
la catequesis en catecismo – ¡qué cansancio! -,
la caridad en paternalismo – ¡qué caricatura! -,
y Cáritas en una ONG más – ¡qué pobreza!

Pero con el Espíritu

Dios se hace soplo vivificante – hasta los muertos resucitan -,
Cristo es presencia permanente – nos contagia de Pascua -,
la Iglesia, comunión y profecía – sacramentos de Cristo -,
el Evangelio es buena noticia – ¡las Bienaventuranzas! -,
la liturgia, salvación actualizada – ¡vida nueva! -,
la oración, expresión de amor – ¡empatizando con Dios! -,
los sacramentos, ríos de gracia – latidos del corazón de Cristo -,
la predicación, palabra liberadora – consuelo y esperanza -,
la catequesis, palabra entrañada – encarnación progresiva -,
la caridad, toque del gran Amor – y Dios presente -,
y Cáritas una mano amiga – nueva razón para la esperanza.

Necesitamos del Espíritu

Necesitamos del Espíritu,
necesitamos de su aliento de vida, 
necesitamos de su música, 
necesitamos del empuje de su viento, 
necesitamos de su libertad, 
necesitamos de su pasión misericordiosa, 
necesitamos de su visión profunda, 
necesitamos de su alegría, 
necesitamos de su humildad, 
necesitamos de su sosiego y consuelo, 
necesitamos de su paciente esperanza, 
necesitamos del fuego de su amor.
¡Ah, y cómo necesitamos del agua de su pozo! 
Sin el Espíritu, seríamos torturados por la sed
y no tardaríamos en convertirnos en un desierto,
en polvo y ceniza que arrastra cualquier viento.

En el nombre del Espíritu

Espíritu Santo, ven:
Sáname esta carne enferma.
Purifica los deseos.
Ilumina mi ceguera.
Rectifica mis desvíos.
Infunde amor en mis venas.
Toma mi vida cansada.
Uneme a tu santa Iglesia.

Sopla tu ALIENTO en mi noche.
Aléjame las tinieblas.
Nunca mis manos se cansen.
Toda mi vida sea ofrenda.
Oh Dios, consuelo del hombre.

Ven a mi casa desierta.
Espíritu, no te quedes.
No alargues la dura espera.

Alienta esta fe dormida.
Levanta mi pobre tienda.
Envía tus SIETE DONES.
Llueva tu AMOR en mi tierra.
Unge de nuevo mi frente.
Y te prometo llegar
A donde tu SOPLO quiera.

Amor de Dios derramado,
Me sumerjo en tu PRESENCIA.
En tus alas me cobijo
Noche y día hasta que El vuelva.

(A. Bellido Almeida)

Espíritu Santo, nuestra fuerza

Nos volvemos a ti, Padre,
autor de todas las maravillas,
visibles e invisibles,
creador de esta espléndida luz mediterránea,
fuente de esta luz sobrenatural
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo,
origen de la fecunda naturaleza
y de los hombres que la hacen fructificar.

Nos volvemos a ti, que nos envías tu Espíritu,
que renueva la faz de la tierra;
Espíritu que nos transforma desde dentro
y que, a través de nosotros, transforma el mundo;
Espíritu que nos hace vivir no sólo según Jesucristo, sino en Jesucristo.

Sí Padre, envíanos tu Espíritu para que ilumine nuestras vidas
y nos haga tomar conciencia de las dimensiones de nuestra esperanza,
para que tus criaturas no sean ya obstáculo a nuestra perfección,
sino que nos conduzcan a Ti.

Que él nos muestre su fuerza y haga de nosotros, pecadores,
hombres capaces de renunciar a nuestro pecado;
más aún: que nos reúna en la caridad
y nos permita, ya aquí abajo, conseguirte a ti.

Amén.

Espíritu, conductor

Ven, Espíritu Santo, conductor,
pongo en tus diestras manos el volante
de mi vida agitada, trepidante.

Sé tú mismo el volante y el motor
de mi coche cansino y renqueante,
vayamos en carrera fascinante
por la hermosa autopista del amor.

Nuestro viaje florece en esperanzas
y estimula a muchos conductores,
se intercambian servicios y favores
y la marcha es un himno de alabanza.

Y una voz interior me está diciendo:
¿Ves? Tú y yo somos uno conduciendo.

Salmo para invocar al Espíritu Santo

Si bien hay muchos salmos en los que aparece el Espíritu Santo, no resulta sencillo encontrarlos en las oraciones de invocación. Por eso ofrecemos esta Oración de Alabanza elaborada a partir del Salmo 104.

Exhala tu aliento, Señor, sobre la faz de la tierra.

La tierra esta contaminada,
nos asfixiamos por el aire enrarecido
y la polución creciente.
Sopla tu aliento puro,
que respiremos otra vez frescor de vida.

Los pueblos están corrompidos, viejos,
de violencias e injusticias.
Sopla tu aliento vivo
que combata eficazmente
la vejez y la muerte de los pueblos.

Los creyentes están inseguros y divididos
en un ambiente hostil.
Sopla tu aliento fuerte,
para que, unidos,
demos valiente testimonio
de que tú eres el Salvador.

Y exhala tu aliento sobre mí.
que me siento sin vida.
Necesito tu respiración boca a boca.
que tú respires en mí
y yo respire en ti
con tu aliento que es Espíritu.

Nadie lo ve

Nadie lo ve.
Nadie lo oye.
Pero, poco a poco,
todos lo notan.
Sopla un espíritu nuevo por el mundo.
El espíritu de solidaridad.
Un espíritu de Amor.
El espíritu de Dios.
Nadie puede detenerlo.
Atraviesa puertas y ventanas,
derriba todas las paredes y transforma
los hombres y las cosas.
Todo se renueva,
los hombres buscan la misma longitud de onda.
Busca el mismo cauce.
Los hombres se acercan.
Vienen de todas partes,
de todas las clases, y de todas las mentalidades.
Hombres de todas las profesiones y edades.
Nadie los ha llamado. Se llamaron ellos.
Los hombres vuelven a encontrar calor humano,
un puerto, una mesa y un techo, un poco de pan y de vino, una casa
con una canción por la noche.
todo se renueva.

Así reza un joven

ESPÍRITU SANTO:
Tú sabes que los jóvenes
tenemos un corazón bueno y generoso
que venimos con los brazos abiertos a la entrega,
la mirada alta, con los sueños de grandezas,
que nos gusta lo difícil, lo nuevo…

Tú sabes que nuestra juventud rebelde
no se conforma con echar un remiendo en un paño  viejo.

Tú sabes que nuestra juventud
no aguanta el ser moneda de dos caras;
que nuestra juventud no sufre la letra
y busca el espíritu en las páginas desnudas del Evangelio.

Tú sabes que nuestra juventud insatisfecha
no heredó nada fácil, no encontró las cosas a su gusto
y se lanzó a abrir nuevos caminos.

Dame intrepidez, sinceridad y humildad.
Dame valor ante el riesgo
y prudencia en la aventura.
dame encontrar en mi tarea a CRISTO
camino, verdad y VIDA.

Oración al Espíritu Santo (Juan XXIII)

Existen muchas oraciones al Espíritu Santo escritas por figuras relevantes de la Iglesia, en este caso se trata de una adaptación de un texto del magnífico Papa Juan XXIII:

Espíritu Santo,
perfecciona la obra que Jesús
comenzó en mí.

Apura para mí el tiempo
de una vida llena de tu Espíritu.

Mortifica en mí
la presunción natural.

Quiero ser sencillo,
lleno de amor de Dios
y constantemente generoso.

Que ninguna fuerza humana
me impida hacer honor
a mi vocación cristiana.

Que ningún egoísmo reduzca en mí
los espacios infinitos del amor.

Todo sea grande en mí.
También el culto a la verdad
y la prontitud en mi deber
hasta la muerte.

Que la efusión de tu Espíritu de amor
venga sobre mi, sobre la Iglesia
y sobre el mundo entero.

Cristificados por el Espíritu

Espíritu de Cristo, vivo aliento,
aliéntame, Señor, con energía,
libérame de viejas cobardías
y aliente yo en Jesús cada momento.

Penetra en mis entrañas como ungüento,
que es óleo de amor y de alegría,
la vida de Jesús sea la mía,
y haz de mi corazón tu dulce asiento.

Y siento que una llama me enamora,
me quema y me libera desde dentro;
y graba con sus dedos en mi centro
una imagen de Cristo encantadora;
y escucho una palabra: desde ahora
tú eres Cristo, El en ti, ¡dichoso encuentro!

Oración joven al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo,
primavera permanente de la Iglesia,
fuerza del apóstol,
eternamente joven,
luz de los que buscan al Señor.

Tú que eres una persona viva,
“ descúbrenos” el corazón de Cristo,
para ser “ introducidos “ en el Amor.

Queremos ser guiados por Ti,
hacia el desierto, la cruz, la Resurrección.
Enséñanos el valor del dolor aceptado.

Padre amoroso del pobre,
derrumba de nuestro corazón,
los obstáculos que se oponen a la gracia.

Aumenta nuestra fe en el Padre Bueno,
en Jesús el Dios con nosotros.
Haz nuestra fe, sencilla, alegre, sacrificada, confiada.

Muéstranos el camino de la esperanza,
para tejer nuestra vida desde la Fidelidad,
desde el Amor del Señor fiel.

Danos una caridad ardiente, “materna”
para amar sin medidas,
con una entrega sin condiciones….
ofrenda totalmente a la Redención.

No desoigáis nuestro grito en la noche,
nosotros que queremos ser tus amigos.
Danos tus siete dones,
no queremos que tú seas un desconocido,
entra hasta el fondo… no te quedes en la puerta.

Como con María, “engendra” en nosotros a Cristo,
para darlo a los hombres,
para hacer un mundo de justicia y libertad,
donde los pobres sean “ los importantes” del Reino.

Amén

Espíritu Santo, que llenas de fuego

Espíritu Santo,
Tú que llenas de fuego
el corazón de los que buscan a Jesús.

Tú que iluminas la mente de los pobres
que escuchan la palabra,
buscando la voluntad del Padre.

Tu que reúnes en tu amor
a quienes se esfuerzan por amar,
siguiendo el ejemplo de Jesús.

Nosotros no sabemos como orar, ni que decir.
Pero tú conoces nuestros deseos,
y suples nuestra pobreza.

Reafirma en nuestros corazones
la certeza del amor del padre,
la seguridad de ser hijos suyos.

Confírmanos en tu luz y tu amor,
infunde en nosotros tu aliento.

Tú que sin cesar creas y haces germinar un mundo nuevo,
renueva nuestras mentes y corazones.

Tú nos invitas
a avanzar sin descanso,
impulsados por tu aliento,
haciendo brotar de tu amor la vida y la belleza.

Nuestras miradas se vuelven hacia el mañana.
Lo mismo que la aurora triunfa de la noche
con su luz naciente,
danos la esperanza que disipas los temores
y hace nacer la alegría.

Que rebosen nuestros corazones
de la Buena Nueva
para que nuestros labios
lo hagan resonar
hasta los confines de la tierra.

Oración para pedir los dones del Espíritu Santo

Si tienes interés en profundizar en los dones, podemos encontrar más oraciones en la página sobre los dones del Espíritu Santo.

Señor, danos Sabiduría:

Haznos sabios, no nos dejes ser locos.
Facilítanos sentir las cosas con criterio de eternidad.
Haznos conocer tu realidad divina, amándote.
Concédenos no sólo conocerte, sino saborearte.
Haznos sentir la afinidad de nuestra alma contigo.
Y comunicándonos aquella “ sabiduría de la cruz “
que es un escándalo para el mundo que te desconoce.

Señor, danos Inteligencia:

Explícanos el significado de las Escrituras
Prepara en nosotros los caminos de la fe.
No te pedimos que nuestra fe se esclarezca del todo,
sino que lleguemos a captar tu misterio.
Señor, auméntanos la fe.

Señor, danos tu Ciencia:

Danos la ciencia de los santos. Y de los niños.
Haznos entender “lo único necesario”.
No te pedimos ciencia teoría, sino la ciencia práctica de la santidad.
Orienta y dirige nuestra vida hacia el Padre.
Haznos descubrir tu belleza en las criaturas.
Pero arráncanos la obsesión por lo creado.
Convéncenos de que sólo Tú eres Absoluto.
Danos confianza filial en la Providencia.
Danos prudencia sobrenatural, sentido común sobrenatural,
dirección espiritual.
Que sepamos distinguir lo verdadero de lo falso y lo malo de lo bueno.

Señor, danos tu Consejo:

Dinos nuestro deber en la realidad concreta de hoy.
Aconsejados; nuestros planes son tan inciertos….
Aconséjanos; es tan difícil decidirse por puro amor de Dios…
Enséñanos a buscar el consejo en los que en la Iglesia representan a Cristo;
que no esperemos pasivamente tu inspiración milagrosa.
Pero, ¡aconséjanos! Porque no podemos esperarlo todo de ellos:
ni sabemos explicarnos ni ellos pueden siempre vencer nuestras resistencias.

Señor, danos el don de Piedad:

Danos un afecto de respecto amoroso para con nuestro Padre del cielo,
y entusiasmo por nuestros deberes de hijos.
Haz que nos sintamos orgullosos de nuestra familia.
Que el Hijo sea en todo nuestro ejemplo.
Enséñanos a orar, a decir “Abba, Padre”.
Haz que reconozcamos tus rasgos familiares en las personas
que nos rodean, y que les mostremos respeto, deferencia y solicitud.

Señor, danos Fortaleza:

Ayúdanos a medir las dificultades del camino:
prejuicios, contradicciones y cansancios.
Haznos comprender la fuerza acumulada en la paciencia.
Convéncenos de la necesidad de ser valientes hoy ante el mundo.
Haz que estemos dispuestos a hacer una “imprudencia”
santa si Tú nos lo pides.
Danos tu energía para vencernos a nosotros mismos;
y para vencer al mundo y al demonio, con Jesús.

Señor, danos tu Temor:

Líbranos de timideces, de complejos, de respetos humanos,
del miedo paralizador. Lo que te pedimos es tu santo temor.
Danos el sentido de la transparencia, y de nuestra pequeñez.
Haz que aprendamos a temer lo que a Ti te hiere, más que nuestros males.
Apártanos de cuanto te desagrada.
Haz que estemos atentos a tus inspiraciones y nos dejemos guiar por Ti.
Que tu casto temor sea en nosotros una fuente perenne de alegría,
de modo que experimentemos esta verdad: “ dichosos los que
temen al Señor”

                        (Adaptado de un antiguo número de PERSEVERA)

Revivir y dar gracias

Como la fuente
de agua fresca que apaga la sed.
Como el agua pura del arroyo que refleja la  luz.
Al igual que la cascada saltarina que fascina la mirada.
Como el mar inmenso que purifica y mantiene la vida.
Como la brisa suave en las horas tórridas refresca el rostro.
Común manantial que no se acaba…
¡ASÍ ES EL ESPÍRITU DE DIOS!

Invocación: Envíanos tu Espíritu

Envía tu Espíritu,

Sobre joven y viejo,
hombre o mujer,
sobre alto y bajo
al este y al oeste.
Envía tu Espíritu

Enciende tu Fuego,

en el corazón de las personas,
en su boca, en sus ojos,
y en las manos de toda la humanidad.
Enciende tu Fuego.

Envía tu Aliento,

a los que creen,
y a los que dudan,
a los que aman,
y a los que están solos.
Envía tu Aliento.

Vuelca tu Ardor,

sobre las palabras de la humanidad,
o sobre el silencio de la humanidad,
sobre las lenguas de la humanidad,
y sobre los cantos de la humanidad.
Vuelca tu Ardor.

Despierta tu Inspiración,

en quienes construyen el mañana,
en quienes defienden el bien,
sobre quienes aman la vida,
y en quienes crean belleza.
Despierta tu Inspiración.

Derrama tu Espíritu,

sobre las casas del mundo,
y las ciudades del mundo,
sobre todo ser,
de buena voluntad.
Derrama tu Espíritu

Envía tu Espíritu
Ahora y aquí, sobre nosotros,
y que esté con nosotros para siempre.
Derrama tu Espíritu

                        (Adaptado de Jean Debruyne).

Ven Señor

¡Oh!, Señor:
Ve delante de nosotros para guiarnos,
ve detrás de nosotros para empujarnos,
ven de abajo para elevarnos
ven de arriba para bendecirnos,
ve junto a nosotros para guardarnos,
ve dentro de nosotros
para que nos pongamos a tu servicio
a mayor gloria de tu Nombre.

Ven Espíritu Santo (Josep Vives, parte 1)

Ven, Espíritu Santo:
te necesitamos como el aire que respiramos,
porque eres el aire con mayúscula, que nos da la vida con mayúsculas.

Ven, Espíritu Santo: sin Tí
lo que llamamos nuestra lucha por la vida
no es más que una siembra de muerte.

Sin, Tí la Iglesia que debiera de ser comunión de vida,
se agota en estructuras que asfixian.

Sin, Tí la liturgia se pierde en pompa o rutina:
el derecho se convierte en legalismo;
la autoridad en despotismo y la obediencia en servilismo.

Sin, Tí no sabemos como orar
ni comprendemos que nuestra felicidad y gozo está en confesar
que Dios es Padre nuestro -de todos-
y en vivir con la confianza y solidaridad de hermanos.

Sin, Tí todos somos lobos para todos.
Si falta tu ley interior de amor, solo nos queda la Ley de la selva
y, ya ves, acabamos en terrorismos -de bomba ó de guante blanco-
y en carrera de armamentos.

Si no nos recuerdas las promesas, no sabemos adonde vamos.

Ven Espíritu Santo (Josep Vives, parte 2)

Ven Espíritu del Padre
que está por encima de todo y de todos,
y porque esto nos interpela a todos, nos juzga a todos y , sobre todo,
nos salva a todos de quien pretenda imponérsenos
como amo y Señor absoluto.

Ven, Espíritu  de libertad.
Solo Tú Espíritu de Dios-Padre, liberas y nos salvas
de los espíritus esclavizantes de las ideológicas, de las naciones,
las revoluciones a medidas,
de los intereses de los capitales.

Ven, Espíritu del Hijo Encarnado, a recordarnos
que Dios ama la carne y la condición humanas,
y sufre y espera en cada hombre que sufre,
y goza en cada hombre que goza.

Ven y transfórmanos.
para que vayamos haciendo el reino de Dios en la tierra
garantía de gozo en la resurrección en el cielo.

Ven Espíritu Santo.
para que el necesario esfuerzo de renovación perenne
no se nos disuelva en anarquía y caos;
para que la necesidad fidelidad
no acabe en involución e inmovilismo;
para que la desilusión o el cansancio
no nos arrojen el Reino de la muerte.

Ven Señor dador de vida.
Ven risa de Dios,
a alegrar nuestro mundo tan sombrío
Ven, Espíritu Creador, y renueva la faz de la tierra,
tan aviejada.

                                    (Josep Vives, Sal Terrae, 3).

Invocación al Espíritu «en unión»

Que tu Espíritu, Señor, nos una
a todos los que, en el mundo, quieren ser testigos de tu amor.
Unidos a la Iglesia, las iglesias y las religiones
En unión de todos los que dedican su vida a instaurar la paz y la comprensión entre los pueblos.
Unidos a quienes luchan contra la pobreza y la injusticia.
En unión con todos los que dan sin calcular y reparten sus bienes, los superfluos y los necesarios.
De esa forma, esta tierra endurecida empezará a ser más habitable para todos
y Jesucristo vivirá con cada uno de los hombres.

Tiempo de Espíritu

No es la hora del miedo y la soledad.
No es el tiempo de la dispersión.
No es el momento de hacer los caminos en solitario. No es la época de la uniformidad. No es el instante de la pregunta sin salida. No son los días de desesperar.
Es la hora del espíritu. Es la hora de la comunión. Es el tiempo de la verdad.
Es la llegada de la libertad.
Es la hora de quienes tienen oídos para oír.
Es la hora de quienes tienen corazón de carne y no de piedra.
Es el tiempo de los que adoran en Espíritu y Verdad. Es el tiempo de los que creen y esperan. Es el tiempo para los que se quieran hacer nuevos. Es el. tiempo para los que quieran hacer lo nuevo.
Es ahora cuando todo es posible.
Es ahora cuando el reino está en marcha.
Es ahora cuando merece la pena no volverse atrás. Es ahora cuando podemos darnos la mano. Es ahora cuando su voz grita. Es ahora cuando los profetas tienen que gritar.
Es ahora cuando los miedosos no, tienen nada que hacer. Es ahora cuando nuestra fuerza es el Señor.
Es ahora cuando el Espíritu del Señor está sobre nosotros.
Es ahora el tiempo del Espíritu.
Es ahora cuando los creyentes pueden proclamar: -11e ha enviado a proclamar la paz, y la alegría».

BAJO EL SOPLO DE TU ESPÍRÍTU

Oh Dios:

Nos creaste por el soplo de tu Espíritu.

Nos rescataste mediante el soplo de tu Espíritu. Tratamos contigo gracias al soplo de tu Espíritu.

¿Y todo para qué?

Para que vivamos como hijos este soplo

Para que nuestro cuerpo y nuestro espíritu, nuestra carne y nuestra sangre, nuestras alegrías y dolores,

no sean sino una exhalación continuada de ese soplo. No sean sino una inspiracion permanente

del soplo de tu Espíritu Santo.

No estamos destinados a permanecer recostados perezosamente en Tí.

Ni acurrucados al calor de tu cobijo. Estamos llamados avivir en tu amor…

Para esto te llamamos, te acogemos:

queremos que nos lances fuera;

y nos disperses por todos los vientos; para que nos esparzas en sucesivas ráfagas por los cuatro puntos cardinales.

¡Espíritu Santo!

Necesitamos que vengas con toda tu fuerza.
Necesitamos que vengas con todo tu amor.
Queremos que vengas con toda tu luz.
Necesitamos que vengas con toda tu sabiduría.
Necesitamos que vengas con todo tu poder.
Sabemos que vienes como viniste en Pentecostés.

¡Señor!

No tengas en cuenta nuestras cobardías ni nuestras angustias.
Tómanos por entero.
Toma nuestra carne y sangre.
Nuestro cuerpo y alma.
Toma nuestro ser y hacer.

Y envuélvenos

y zarandéanos por completo

en tu místico huracán

a fin de que consigamos infundir y extender.

y encender por todas partes el fuego de tu Amor.

ORACIÓN AL. ESPÍRÍTU SANTO

Aquí nos tienes, Señor, Espíritu Santo, Aquí nos tienes ron nuestros pecados, pero reunidos en tu nombre.

Ven a nosotros.

Quédate entre nosotros.

Dígnate introducirte en nuestros corazones.

Enséñanos qué debemos de hacer,

por donde hemos de caminar.

Clarifícanos en qué debemos comprometernos para que, así, con tu auxilio, podamos complacerte en todas las cosas.

Sé Tú el único impulsor y animador de nuestros planteamientos, Tú el único que, con el Padre y el Hijo, posees un nombre glorioso.

No permitas que seamos pertubadores de la justicia,

Tú que eres amante de la justicia más perfecta.

No nos arrastre la ignorancia hacia vías y decisiones torcidas, ni nos doblegue el favor,

ni nos corrompa la acepción de personas y funciones.

Unenos a Ti fuertemente por el don de la gracia, para que todos seamos una misma cosa en Ti y en nada nos apartemos de la verdad.

Ya que nos hemos reunidos en tu nombre,

haz qui en todo procedamos con justicia y con sentido de piedad, de forma que aquí

nuestra actuación en nada disienta de tu voluntad y en el futuro podamos recibir el premio eterno que otorgas por las cosas bien hechas. Amén.

ORACIÓN DE ALABANZA (Karl Rahner)

Ven, Espíritu Santo: quedan aún muchos muros que han de ser derribados; aún no sabemos hablar lenguas que todos entiendan,

y hay tantas guerras estúpidas.

Ven Espíritu Santo:

porque no somos hermanos, no conocemos el nombre

ni del que está a nuestro lado; seguimos soñando torres que nos hagan superiores, y lo maltratamos todo.

Ven, Espíritu Santo: para enseñarnos a orar y saber decir «Jesús»; proclamar su testimonio con la palabra y la vida, y grabar en nosotros la imagen viva de Cristo.

Ven, Espíritu Santo:

sé nuestro mejor perfume, nuestra alegría secreta, nuestra fuente inagotable, nuestro sol y nuestra hoguera, nuestro aliento y nuestro viento, nuestro huésped y consejero.

Ven, Espíritu Santo, amigo nuestro, ven.
¡ VEN, ESPÍRITU DE AMOR !
Ven, Espíritu del Padre y del Hijo. 
Ven, Espíritu de amor. 
Ven, Espíritu de infancia, de paz, de confianza y de alegría.

Ven, secreta alegría

que brillas a través de la lágrimas del mundo.

Ven, vida mucho más fuerte

que nuestra muerte.

Ven, padre de los pobres

y abogado de los oprimidos. Ven, luz de eterna verdad

y amor extendido en nuestros corazones.

Nada tenemos que te pueda forzar; pero aquí radica precisamente nuestra confianza.

Nuestro corazón, en el fondo, teme tu llegada; tan poco te pareces a este corazón tan tosco, siempre en busca de si mismo mas, pese a todo, esta es justamente la más solida garantía de tu venida.

Ven, pues. Renueva e incrementa

tu presencia en nuestro mundo interior. En ti ponemos toda nuestra confianza. En ti nos amamos ya que tú eres, el mismísimo Amor.

Gracias a ti podemos llamar Padre

al mismo Dios, ya que, desde cada uno de nosotros eres tu quien grita: ¡Abba! ¡Padre queridísimo!

Permanece en nosotros.

No nos abandones nunca.

Ni a lo largo del combate de la vida,

ni cuando ésta toque a su fin y nos hallamos tan solos.

¡Ven Espíritu Santo!

ESPIRITU PARÁCLITO

¡Quémame, Lengua de Fuego!

¿Sopla después sobre las hachas incendiadas

y espárcelas por el mundo para que yo queme también como tú quemas, para que yo marque también como tú marcos!

¡Deshazme cuando quieras y ciégame para que los prodigios de Dios se realicen, e ilumíname para que tu gloria se irradie!

¡Devórame, renuévame, resucítame en tu voluntad creadora delante de la muerte y delante de la nada!

¡Agudiza mi intuición, descansa en mis pupilas,

agita mi lentitud, hazme numeroso como tú, cubre todo mi cuerpo de párpados que atalayen

todas las longitudes y todas las latitudes

y expectativas y anunciaciones y partos y concepciones y generaciones y siglos de siglos!

Resurgiré de todos los vientres

y volaré en un sentido de perpetuidad sobre las aguas y sobre las tierras.

¡Desátame, Espíritu Paráclito! ¡Corta mis lazos, sopla la tierra que hay sobre mi sepultura!

Espíritu Paráclito, tú que eres el único pájaro que desciende en mi noche untuosa, perfora mis ojos para que vea más, para que penetre la unidad que tú eres,para que suba de mi pequeñez y me abata en ti.

J. de Lima

Gracias, Padre, por el Espíritu

Te bendecimos, Padre,
por el don del Espíritu que, por tu Hijo, haces al mundo.

Lo hiciste al principio, cuando incubabas el universo al calor del Espíritu,
para que naciera un mundo de luz y de vida, que pudiera albergar al hombre.

Te damos gracias porque, mediante tu Espíritu,
lo sigues creando, conservando y embellecimiento.

Te bendecimos por haber puesto tu Espíritu en nosotros,
y por el don continuo que de El has hecho en la historia humana:
Espíritu de fuerza en los jueces y gobernantes, Espíritu rector en sus leyes fieles….
Te alabamos por la acción de tu Espíritu en los profetas…

Te bendecimos sobre todo por Jesucristo,
lo mejor de nuestro mundo,
la persona «espiritual» por excelencia:
vivió guiado por el Espíritu, evangelizando a los pobres,
ayudando y fortaleciendo a todos… hasta que,
resucitado, comunicó a su Iglesia y a los que buscan con corazón sincero,
ese mismo Espíritu…

Que el Espíritu nos de fuerza para luchar por la verdad,
la justicia y el amor; luz para comprender a todos,
ayuda para servir, generosidad para amar, paciencia para esperar.

Padre, que tu Espíritu de amor traiga la unidad a tu Iglesia.
Y, finalmente, haznos sensibles a la acción de tu Espíritu
en el mundo y en la historia de los hombres. Ayúdanos a descubrirla en la ciencia,
en la cultura, en el trabajo, en la técnica, en todo aquello en que el hombre y el Espíritu
preparan conjuntamente el alumbramiento de los nuevos cielos y la nueva tierra.
Por Jesucristo, tu Hijo Resucitado y Hermano nuestro. Amén.

Oración al Espíritu Santo de Sor Isabel de la Trinidad

Espíritu Santo, brasa del Padre,
en el pecho del hijo incendio eterno,
transforma la frialdad de nuestras vidas
en horno trinitario.
Amor y fuego,
a las entrañas baja.
Sé tú el amo
del que quiere en tu amor siempre andar suelto…
Porque al hermano lo congela el frí
en un mundo en el que avanza el hielo,
derrama tus altísimos carismas,
hazme tu lengua y llama al mismo tiempo.
No te alejes de mi, que tu presencia
sea vida en el alma de tu siervo.

(Sor Isabel de la Trinidad)

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