¿Eres tú el que ha de venir? (Mt 11,2-11)
La lectura del evangelio del tercer domingo de Adviento ciclo A del 14 de diciembre de 2025 nos invita a replantearnos ideas preconcebidas: ¿eres tú el que ha de venir?.
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Lectura del Evangelio según san Mateo (Mt 11,2-11)
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús les respondió: Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.» Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Comentario al Evangelio: ¿Eres tú el que ha de venir? (Mt 11,2-11)
En esta lectura del evangelio se muestran las diferencias entre el concepto de Mesías esperado por la mayor parte del pueblo judío, incluido el propio Juan el Bautista, y el representado por Jesús.
Hemos visto en un evangelio anterior como Juan espera un Mesías para restaurar un Reino y hacer justicia con un hacha para cortar y un fuego que no se apaga, pero lo que escucha desde la cárcel no le cuadra. Juan envía a sus discípulos a preguntarle a Jesús: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?
Jesús no contesta con discursos o razonamientos, sino que invita a ver los signos de su acción. Jesús es un mesías de compasión que se ocupa de los pequeños del reino.
El fragmento del Evangelio que leemos hoy comienza con el personaje de Juan el Bautista encarcelado. Sabemos que es una víctima injusta del poder, que le teme a él y a su influencia sobre el pueblo.
La pregunta del Bautista
En la cárcel, a Juan le llegan las noticias de las acciones de Jesús (que en el texto nos lo presenta desde el principio con «el Mesías»), sin embargo algo parece no encajar respecto a la imagen del mesías que esperaba. Pensemos en algunos mensajes que el propio Juan había predicado anunciando al Mesías:
- ¿Cómo vais «a escapar del castigo»?
- «No os hagáis ilusiones»
- «Ya toca el hacha la base de los árboles»
- «Reunirá el trigo» y «quemará la paja»
Desconocemos lo que «había oído en la cárcel» pero es lo suficientemente distinto como para preguntar a Jesús por medio de sus discípulos: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». La pregunta parece contener una parte de duda y quizá desesperanza. «Tenemos que esperar a otro» puede sonar incluso a reproche.
La respuesta de Jesús
La respuesta a Jesús apunta de forma muy directa a sus obras, y las relaciona directamente con las profecía de Isaías:
- Los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. (Mt 11,5)
- Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará (Is 35,5)
- Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres (Is 61, 1)
- Revivirán tus muertos (Is 26, 19)
Es una actuación en la línea profética pero con el énfasis en la compasión y el amor, sin la carga del castigo y la acusación.
Jesús añade una bienaventuranza: dichoso el que no se escandalice de mí. Con esta frase vemos que es cierto que las formas de Jesús podía generar dudas y escándalo.
Jesús plantea a continuación, ya sin los discípulos de Juan delante, una defensa de la figura del Bautista. No es alguien que se deje llevar por la corriente del poder y la riqueza, es un auténtico profeta. A él también lo incluirá como un elemento de la profecía de Isaías.
Para los primeros cristianos, que conocían el movimiento de Juan el Bautista, debía tener cierta dificultad el encaje de una figura tan influyente. Había muchos puntos en común, pero a la vez era distinta. Este relato no muestra esa relación, entre mensajero y Mesías, entre el último de los profetas y los nuevos tiempos.
Para reflexionar
La figura de Jesús sorprende al propio Juan el Bautista. ¿Somos conscientes de las ideas y conceptos previos que tenemos y que Dios desafía este adviento?
¿Nos estamos preocupando de todos los pequeños del reino del mundo actual? ¿Sabemos quiénes son?

