¿Quién escribió el Nuevo Testamento?

El Nuevo Testamento es en su mayoría una producción anónima pero hoy en día es posible conocer bastante sobre quién escribió cada una de las obras. Sabemos que no fueron escritos por Jesús ni por ninguno de sus apóstoles. Están escritos por cristianos de segunda generación que fijaron en obras las tradiciones orales o pequeñas recopilaciones escritas que les llegaron.

Puesto que muchos emprendieron la tarea de relatar los sucesos que nos han acontecido, tal como nos lo transmitieron los primeros testigos presenciales y servidores de la Palabra, también yo he pensado, ilustre Teófilo, escribirte todo por orden y exactamente, comenzando desde el principio; así comprenderás con certeza las enseñanzas que has recibido.

Evangelio de Lucas 1, 1-4

Averiguando quién escribió el Nuevo Testamento

Casi ninguno de sus autores se preocupó en dejar constancia de si mismo. Solo unas pocas de las cartas se reconocen como de un escritor (San Pablo o Saulo de Tarso) del que podemos averiguar bastante. En el resto de casos, o bien utilizan el nombre de un apóstol como autoridad o fueron asignados por la Iglesia antigua. Esta asignación de nombres no se realizó con un afán histórico, sino de forma práctica, reconociendo la tradición que llegaba con los escritos.

El primer evangelio (Mateo) recibió el nombre de uno de los apóstoles, recaudador de impuestos, esa autoría está descartada hoy en día por los expertos.

Cuando se iba de allí vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado junto a la mesa de recaudación de los impuestos. Le dijo: —Sígueme. Él se levantó y le siguió. Estando Jesús en casa, sentado a la mesa, muchos recaudadores y pecadores llegaron y se sentaron con él y sus discípulos. Al verlo, los fariseos dijeron a los discípulos: —¿Por qué vuestro maestro come con recaudadores y pecadores? Él lo escuchó y contestó: —No tienen necesidad del médico los sanos, sino los enfermos. Id a aprender lo que significa: Misericordia quiero y no sacrificios. No vine a llamar a justos, sino a pecadores.

Evangelio de Mateo 9, 9-13

El segundo evangelio (Marcos) recibe el nombre de Juan Marcos, secretario de Pedro, y primo de Bernabé, todos ellos aparecen en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

El tercer evangelio (Lucas) recibe el nombre de uno de los ayudantes de Pablo. Es además el autor de los Hechos de los Apóstoles.

El cuarto evangelio (Juan) se relacionó con el discípulo amado que aparece en la obra, esa autoría está descartada hoy en día por los expertos, en todo caso se habla de una escuela joánica, de discípulos del apóstol ya que puede estar escrito por varios autores.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre: —Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: —Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.

Evangelio de Juan 19, 25-27

Hay siete cartas (Rom, 1 y 2 Cor, Gal, Flp, 1 Tes y Flm ) cuyo autor es Pablo de Tarso y otras seis (2 Tes, Col, Ef, 1 y 2 Tim, Tit) que aunque están a su nombre estarían escritas por discípulos suyos.

El resto de cartas o bien desconocemos el autor a están a nombre de uno de los apóstoles de forma apócrifa.

El autor del Apocalipsis se identifica como Juan, no tiene por qué ser el mismo que las cartas o el evangelio.

El Nuevo Testamento es Palabra de Dios

Decimos que el Nuevo Testamento es Palabra de Dios porque transmite verdades reveladas por el Espíritu Santo a sus autores humanos. Aunque pueda resultar extraño, la inspiración de la Biblia significa que detrás de cada libro hay una persona que es el autor real de la obra, y además, detrás de cada persona está la acción del Espíritu Santo que convierte a Dios también en el autor.

Inspiración no significa que Dios dicte las palabras, o que un ángel las entregue a los autores, o que estos las tengan grabadas en su corazón… cualquier explicación de este tipo es errónea. Los escritores del Nuevo Testamento fueron personas que utilizaron sus propios recursos, técnicas y capacidades (¡algunos escriben mejor que otros!), pero guiados por el Espíritu Santo nos ofrecieron obras que podemos considerar Palabra de Dios.

Tú atente a lo que aprendiste y aceptaste con fe: sabes de quién lo aprendiste, y que desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte sabiduría para salvarte por la fe en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada y útil para enseñar, argüir, encaminar e instruir en la justicia. Con lo cual el hombre de Dios estará formado y capacitado para toda clase de obras buenas.

Segunda carta a Timoteo 3, 14-17
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